En estas tardes de invierno,
lluviosas, impenetrables,
algo en mà se está muriendo.
No sé que me pasa,
si me muero o ya me he muerto,
pero hay algo que me devora
a mÃ, el alma por dentro:
el riñón y el hÃgado y los huesos.
Por eso he ido a ver curanderos
de agua dulce,
exorcistas de ojos muertos,
para ver que me encuentran,
si será que tengo el corazón podrido
o tan solo lleno de penas muertas.
Una vez un psiquÃatra me dijo
que no era más que hipocondrÃa,
y convocó a los gérmenes,
levantó calumnias,
volviéndolos en contra mÃa.
AsÃ, les declaré la guerra,
desinfecté las paredes,las vasenillas,
los libros y las puertas.
Habitué las lavanderÃas,
purifiqué con alcohol mis venas,
y violé a una monja ardiente
haciendo penitencia.
Yo no sé que me pasa. Yo apenas siento.
Sólo sé que en esta tarde de invierno
algo en mà se está muriendo.
©1996, Ernesto Con De ’LetanÃa de una tarde de invierno’