Mr. Thornton se quejaba en esos dÃas de junio de 1864, del largo viaje través del paisaje desolador de extensos esteros y estancias abandonadas, pero no de su suerte. Es plenipotenciario ingles en Asunción y a su vez en Buenos Aires, además sabÃa que su "pequeña intromisión" en los designios del Plata, cambiarÃa para siempre la historia de la región y quizás también la del mundo. Como todo buen diplomático británico es enemigo de la República del Paraguay, que se da el lujo de tener hornos de fundición, no consume los tejidos de Manchester pues produce los suyos, no necesita ni mucho menos le interesa el apoyo del capital ingles, por eso es el único paÃs en américa latina que se mantiene sin deuda externa y para colmo tiene la osadÃa de cerrar sus rÃos a la libre navegación británica.
Un año atrás, a fines de abril, Flores -general de ejército mitrista- desde Buenos Aires desembarca en costas uruguayas, a bordo del "Caaguazú" de la armada argentina, con el propósito de derrocar al gobierno blanco de Berro, que soportaba la revolución colorada, pero supuestamente ante la ignorancia del mismo Mitre, quien ante el reclamo del gobierno uruguayo hace las de Pilatos en una nota firmada por Elizalde: "...Si el general Flores, al salir de este paÃs, tenÃa la intención de ir a la República Oriental, no le tocaba en ese caso al gobierno ni indagarlo ni impedirlo...". Después se sabrÃa que la misión de Flores estaba firmemente respaldada por reuniones en la provincia de Corrientes y en Rio Grande.
La escuadra mitrista se apodera de un buque de guerra oriental -Gral. Artigas-, bloquea la entrada del rÃo Uruguay, cortando las comunicaciones entre Montevideo y sus puertos. Ayudado por refuerzos enviados desde Buenos Aires combate a los gubernistas en Las Cañas, mirando a Montevideo. Berro desespera, y da vuelta la vista hacia el norte. Lapido es enviado a Asunción, expone las expresiones vertidas en el parlamento brasileño, no cabÃan dudas de que los imperialistas y mitristas pondrÃan en Uruguay un gobierno de sus conveniencias. López no se compromete, espera. Guarda las esperanzas de que Mitre reflexione. La guerra serÃa inevitable si se completa una alianza paraguaya-oriental. El canciller paraguayo Berges se dirige a Elizalde, pidiendo "amistosas" explicaciones, el argentino contesta: "...El gobierno argentino quiere la paz, para sà y para sus vecinos...Hizo cuanto pudo para evitar la guerra que aflige a la República Oriental y cuando estalló, guardó la más estricta neutralidad...Solamente por consejos mal inspirados del gobierno oriental le ha hecho acusaciones injustas...". Dos notas más son enviadas por el gobierno paraguayo, solicitando la explicación sobre hechos concretos los cuales se detallaba, pero Elizalde calla. La última nota es enviada con el TacuarÃ, con la misión de tomar puerto en Montevideo en aptitud defensora. Dice: "...Sucesos tan desgraciados han llamado seriamente la atención al gobierno, sin embargo se esperaba confiadamente que se darÃan las explicaciones que desvanecerÃan la impresión de esos sucesos..." La respuesta argentina es frÃa e incipiente: "...Son infundadas e injustas las quejas del gobierno oriental de las cuales se ha hecho eco el paraguayo...". No explica ningún hecho ni mucho menos hace mención acerca de la presencia del TacuarÃ.
El Plata hierve. Saraiva, lÃder de una fracción liberal brasileña es encargado de ultimar al gobierno oriental "...sobre medidas para proteger el honor y la vida de los brasileños en el República Oriental...". Es decir se encarga de llevar la guerra. Ningún gobierno podrÃa rebajarse a aceptar dichas "medidas". La escuadra brasileña llega a Montevideo. Saraiva sin embargo replantea su misión, calcula. Para satisfacer a los barones de Rio Grande, aliados de Flores, el mismo imperio se verÃa al borde de una guerra con el Paraguay, una guerra de mayúsculas proporciones. Se guarda sus instrucciones y por el contrario tira rosas a Aguirre, presidente oriental interino, y le explica "...de la nobleza de sentimientos del Emperador que no cesa de hacer votos por la paz y prosperidad de la República Oriental..." Más tarde, treinta años después confesarÃa al historiador Joaquin Nabuco sus razones: "...Mi misión en Montevideo habrÃa sido un error... dejé por completo las órdenes del gobierno del Brasil para tratar solo de la paz del gobierno oriental con Flores, preparando por este medio las alianzas del Brasil contra el Paraguay, lo que conseguÃ...". En 1863 la actitud de López y la prudencia de Saraiva detienen la guerra, pero no por mucho tiempo ya que entrarÃa en escena la oscura diplomacia británica.
El 31 de mayo de 1864 Mr. Eduard Thornton invita a Elizalde a cenar a la Legación Inglesa en Buenos Aires, y le sugiere su mediación en un viaje a Montevideo para solucionar los asuntos con la república oriental y de paso "entenderse con Saraiva". Todo el mundo conoce su verdadero objetivo. Aquel "entendimiento" serÃa la base para la alianza. La intervención conjunta brasileño argentina a favor de Flores, guerra de Paraguay contra Brasil y Argentina en favor del gobierno oriental serÃa la obvia consecuencia, por supuesto no se lo dijo asà al joven ministro argentino.
En su viaje de paz, se las arreglarÃa para obligar a los gobiernos de Argentina y Brasil de no hacerla. Conviniera o no a los intereses de ambos gobiernos, lo quieran o no, la guerra contra el Paraguay era un hecho.
Esa tarde de junio de 1864 en las puntas del Rosario, Mr. Thornton con gran euforia ve llegar el carruaje que trae a Flores, antes habÃan llegado Elizande y Saraiva. La copa estaba servida.
Saraiva explica a Nabuco: "...pues dichas alianzas se realizaron el dÃa en que el ministro argentino y el brasileño conferenciaron con Flores en las puntas del Rosario, el 18 de junio de 1864 y no el dÃa en que Octaviano y yo, como ministro de Estado firmamos el pacto el 1° de mayo de 1865..."
En octubre de 1864 el imperio invade el Uruguay ante la indignación de Entre RÃos. Urquiza aseguró que apoyarÃa al Paraguay en cualquier actitud frente al Brasil y declaró que nunca considerarÃa como casus-beli el tránsito de los paraguayos por las Misiones. En noviembre se desencadena el incidente con el Marques de Olinda y López declara la guerra al Brasil. Mientras en el Uruguay caÃa Paysandú atacada por Flores con apoyo de fuerzas imperiales. Berges se dirige a Elizalde solicitando que "...los Ejércitos de la República del Paraguay puedan transitar el territorio argentino de la Provincia de Corrientes en el caso que a ello fuesen obligado por las operaciones de la guerra en que se encuentra empeñado este paÃs con el imperio del Brasil...", la nota fue enviada a sabiendas que el mismo ejército imperial usaba a la Argentina como base de operaciones. La respuesta fue obvia: "...fiel a sus deberes de neutral y consultando los deberes de la nación, no considera conveniente acceder al pedido del gobierno del Paraguay...". El 15 de febrero de 1865 asume el mando oriental el presidente del senado Tomás Villalba e inicia la paz con Flores, cuyo protocolo se firma el 20. El jefe de la revolución se hace cargo del gobierno, y fiel a la alianza ya formada un año atrás, une sus fuerzas con la del imperio.
En la Argentina el hedor se hace insostenible. Urquiza se vuelve esquivo. Los informes de inteligencia de que Mitre daba bases al imperio y permitirÃa a la escuadra brasileña bloquear el Rio Paraguay en Tres Bocas son concluyentes. Las operaciones de desinformación en la prensa porteña actúan: el presidente paraguayo es un déspota y tirano, que oprime a un pueblo hambriento. La alianza argentino-imperial es un hecho para López. El 18 de marzo del Congreso Paraguayo, ante el extenso relatorio de Berges, autorizó la declaración de guerra al gobierno argentino por las siguientes causas: "...1) Negación del paso inocente a tropas paraguayas por territorio argentino, 2) pedido de explicación por la acumulación de tropas paraguayas, 3) desconocimiento de los derechos de la República al territorio de Misiones, 4) protección al comité revolucionario paraguayo de Buenos Aires y apoyo a los traidores que intentan revolucionar la patria, 5) abierto apoyo al Brasil en la prensa oficial contra la paraguaya, 6) injusticia de la prensa oficial y oficiosa, animosidad y encono del órgano oficial.
Mitre se jactaba en la prensa: "...En 24 horas en los cuarteles, en tres semanas en la frontera, en tres meses en Asunción..."
La firma del tratado del 1° de mayo de 1865 se hizo pública meses después, ante la absurda mea culpa de diputados y senadores argentinos y uruguayos, los mismos que en sesión secreta lo ratificaron. Cada paraguayo aprendió de memoria el contenido de la sentencia de muerte firmada contra su nación.
Cinco años más tarde, el Mcal. López se desplomaba en las aguas del Aquidabán -con su patria-, aquella que antes de la guerra era el mayor productor de alimentos agrÃcolas del mundo.
Los hechos saltan a la vista, los complots han sido revelados, ni siquiera es necesario un arduo revisionismo histórico, pero claro, todo está ahà para quien quiera leerlo.