Los domingos por la mañana tengo la costumbre de levantarme temprano, salir a comprar los periódicos y, mientras les echo un vistazo, tomar un café negro con churros. A veces me suele acompañar mi hija, otras mi mujer, o las dos.
Cuando esto último ocurre son momentos muy gratos pues al regusto de un desayuno servido, sin prisas, una charla distendida, se agrega el orgullo de estar acompañado por dos mujeres encantadoras y bellas. SÃ, se me cae la baba cuando hablo de ellas y no tengo ningún pudor en reconocerlo.
Esta mañana prometÃa ser una de ellas. La temperatura era más que agradable, el cielo de un añil lujurioso. Se notaba la primavera por todos los lados. Todo era perfecto hasta que desdoblé los periódicos (uno local y otro nacional). La noticia, en ambos, era la misma: el Secretario de Estado Norteamericáno admitiendo las torturas en Irak.
Verdaderamente estamos viviendo unos tiempos de locura; yo no sé si es que se está perdiendo el sentido de la realidad, los valores naturales, la ética... o es que estamos llegando a un estado de anestesia moral en que todo esta permitido.
Lo que más me indignó, amén de la noticia"per se", fue el comprobar que el Sr. Secretario no le extrañaba el asunto; admitÃa que tenÃa conocimiento de los hechos e incluso de las fotografÃas, desde hacÃa meses pero que "no los habÃa considerado tan graves"; advertÃa, además, que se harÃan, en los dÃas próximos, públicas algunas fotos y algunos vÃdeos más. SÃ, pedÃa discullpas,¡menos mal!; decÃa, además, que se investigarÃa y que los responsables serÃan castigados, pues...¡qúe bien!
Las declaraciones posteriores de su "jefe", mejor no comentarlas.
La Cruz Roja Internacional ya habÃa advertido de estas atrocidadades hacÃa más de un año.
Siguiendo con el artÃculio se podÃa leer: que "los métodos denunciados, psÃquicos y fÃsicos, están prohibidos en las cárceles americánas". Que habÃa habido una comisión para determinar "hasta dónde se podÃa llegar en los interrogatorios". "Que lo que se pretendÃa era ablandar a los presos"...
¿Cómo alguien, con un mÃnimo de dignidad y decencia, se puede poner a precisar el lÃmite al que se puede llegar en un interrogatorio para que no sea considerado tortura? ¿Es que existe ese lÃmite? ¿Cómo prácticas y métodos, que la legislación prohibe en Norteamérica, dejan de ser punibles en otro paÃs y con otras personas? ¿A dónde se deja la convención de Ginebra sobre los prisioneros de guerra?
Posiblemente todo esto no le sirva a ese valedor de la moralidad mundial, el Sr. Bush( ser presidente me obliga al tratamiento) ya que no me extrañarÃa que confundiese la ciudad de Ginebra, y al tratado a que hace referencia, con una bebida alcohólica.