Por tus andares torcidos
Arrastré mi juventud y mi inocencia
Tus viejos bordes floridos
Mis amores juveniles me recuerdan
Que en mi pensar escondidos
Envejecen como pelo que blanquea.
Fuiste testigo callado
De mentiras, de rubores, de insolencias
En tus cunetas sentado
Juramentos escuchaste con paciencia.
Hoy tu secreto guardado
Quiero que cuentes, explicando mi demencia.
Amor jurado sobre tus juncales
Amor vivido sobre tus laderas
Amor casi olvidado en tantos años
Amor que vuelve como flor en primavera.
Viejo camino que escuchaste digno
Mis pasos filosóficos y lentos
Cuando en silencio mi querer luchaba
Contra razones y remordimientos.
Mil veces viste mi alma huyendo, sola
Después de amar, la cárcel de mi cuerpo
Y la viste volver otras mil veces
Vencida de lujurias y deseos.
Resistir al amor era imposible
Amor incompatible con conciencia
los besos y el soñar estaban llenos
de juventud, pasiones e inocencia.
Si a ese querer se le llamó pecado
al diablo doctrinas y creencias,
la intensidad sublime de un abrazo
entre caricias, besos y suspiros
reconciliaba las doctrinas negras
con juventud, pasiones y delirios.
Gary Justel Cambados, nov. 2003