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EL CAMINO DE SANTIAGO 2004

Valentín Justel Tejedor

España



En este año Santo Compostelano varios cientos de miles de personas principalmente de España, y también de otros países del mundo movidos por la fe, la espiritualidad, el misticismo y la santidad han decidido realizar la ruta Jacobea, magno esfuerzo, que denota la gran devoción por la cultura Cristiana.

Pero el Camino no sólo es religiosidad, no solamente es exaltación de los valores cristianos, sino también es misterio, alegría , paisaje, vivencias, emociones...

Misterio por cuanto antecede en estas tierras galaicas dónde las meigas todavía parecen existir, pues hay lugares llenos de la magia de estas hechiceras: ”Finisterre”, (Fin de la Tierra), “Compostela” (Campo de Estrellas); alegría por el derroche de felicidad que transmiten los peregrinos en su tránsito hacia el Santo Sepulcro; paisaje por el cromatismo
verdeceledón que impregna estas latitudes de la España húmeda; vivencias por la inevitable comunión de los caminantes hacia un fin común. Emociones por la simbiosis del elemento espiritual y material.

Según el dicho popular “Todos los caminos van a dar a Roma”, en el año Jacobeo este aforismo se invierte “Todos los caminos van a Santiago”, ya sea por la ruta francesa, a través de la vía Traiana, ya sea por el Camino Aragonés, ya sea por la Ruta de la Plata o por cualquier otro camino....el peregrino no se perderá, pues su fe le conducirá inexorablemente hacia su sacro destino.

Caminando por estos senderos de la Cristiandad, descubrimos verdaderas joyas arquitectónicas que no hacen sino poner en evidencia el humanismo del camino, la belleza del arte se materializa en catedrales, claustros, iglesias, abadías, etc, monumentos eclécticos, románicos, góticos......con sus arquitrabes, con sus bóvedas, con sus contrafuertes, con sus ábsides; todos ellos ofrecen al viajero una visión de lo material, de lo físico, que en su interior se combina con lo intangible, con el sentido religioso que impregna su construcción y su significado.

Pero el camino no sólo es arte, son pueblos de piedra y pueblos de barro, tan peculiares, con sus horreos, pazos, y pallazas rurales, aldeanas, de ladrillos, de pizarras, de tapiales con sus caballerizas y corrales con
fértiles huertas gobernadas por el minifundio, y sobre todo con sus gentes nobles, francas, hospitalarias y amables.

Todo aquí en Galicia tiene un exceso de pasado, de tradición, y de historia que contagia a sus campos y brezales; a sus montes, a sus peñas y brañas; a sus praderas, pastizales, campas y pinares; a sus alfoces y desfiladeros; a sus castillos y catedrales; a sus villas y a sus valles, que rompen su monótona soledad con los cauces fluviales de los ríos Miño, y Sil que dan vida a estos hermosos parajes y a esos pueblos todos con sus apellidos.

 

Los puentes que dicen fueron tendidos por la misma mano de Dios permiten al peregrino superar las dificultades orográficas que plantea la geografía gallega, puentes que abren sus ojos al fulgor de las luces, y al fragor de
las aguas, junto a veredas de castaños, robles y nogales.

Llanuras dilatadas de lejano horizonte, pobladas de majadas, de bardales, de tierras cultivadas y de extensos tapices de policultivo, sobrios, serenos, regios, gallegos; tierras de trigales tan amarillentos como infinitos soles
de mañana, tierras de centeno, y de vid, cubiertas por cielos ocres, cobrizos, y opalinos, que destiñen sus matices para albergar la policromía del arco iris, y ofrecer una esplendorosa colorimetría.

Pero Galicia es Camino desde que el Santo Padre, León XIII, en 1884, en forma de Bula Papal confirmó que los restos en Santiago de Compostela pertenecían a Santiago Apóstol.

Santiago Apóstol fue uno de los doce apóstoles hijo de Zebedeo, el y su hermano Juan fueron llamados por Jesús mientras estaban arreglando sus redes de pescar en el lago Genesaret.

Su misión pastoral y evangelizadora se desarrollo por tierras españolas.
Después de evangelizar España, Santiago regresó a Palestina donde fue asesinado. Sus discípulos recobraron su cuerpo y lo trasladaron a Galicia, en una barca milagrosa, guiada según dice la leyenda únicamente por Dios.

El camino es un homenaje a esta ardua labor desempeñada por el Santo Apóstol en nuestro país, así cuando el peregrino llega a la Plaza del Obradoiro, una de las sedes por excelencia del Cristianismo, finaliza su sacrificio, pero no su deleite, allí se erige ante su mirada la Catedral de Santiago de Compostela de origen románico, así su cabecera incorporaba girola y cinco capillas radiales. Todo el alzado del templo se adornaba de tribuna por lo
que el aspecto vertical y palaciego de la iglesia se intensificaba. En los hastíales del crucero había fachadas y puertas monumentales. Todo el encanto de la austeridad, simplicidad y frialdad del estilo románico fue sustituido
por un estilo barroco que denota una mayor abundancia de formas, y un recargamiento de estructuras.

El camino, per se, es un premio y todo premio tiene su recompensa, en este caso se denomina "La Compostela" (documento tradicional que acredita haber peregrinado a Santiago de Compostela "devotionis causa").

Este artículo tiene © del autor.

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