Te pienso en la lluvia que moja esta casa
que huele a historia; a la ternura con la que el mundo
se volvía ceniza mientras manejábamos el fuego
como una tempestad amarrada a los ojos.
Ahora el mundo es enorme y existen calles fuera de la casa.
Enemigos que el tiempo se encarga de convocar
cuando ladran los perros o los vecinos barren sus veredas,
o ajustan a martillazos los techos para protegerse del agua.
Llueve y siento que hace demasiado reconozco al mundo,
que pierdo memoria respecto al cuerpo del fuego.
Pero huelo aún la sombra íntima de algo que se mueve.
Escucho caer el agua y vuelvo a nosotros, a lo difícil
que es mantener la mirada hacia fuera, porque siempre
queda un aire rondando por la casa,
algo tenue sobre los ojos que retorna con la lluvia
y envejece.
De: Homo dixit (1993)