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LA FUGA DE ATALANTA

Guillermo Badía Hernández

CUBA



Elías Ashmole paseó delicadamente sus dedos por las páginas del libro. Contempló en silencio la número veintiséis. Palpó sus ilustraciones, aquella partitura musical que nunca faltaba en la obra y los textos, bellas anotaciones de la TRADICIÓN HERMÉTICA; sabía perfectamente que el conjunto, contenido en cada parte de la obra, expresaba el orden, la correspondencia que relaciona a las distintas artes como interpenetración y armonía Universal.

El autor, Michael Maier, era un importante rosacruz. Atalanta Fugiens, el título. La fuga del agua de Mercurio. Reflexionó. No resultaba curiosa aquella alusión al mercurio alquímico. Después de todo el gran Christian Rosencreuts, nombre de Iniciado de Paracelso, decía que los cuerpos se componen, de tres elementos: azufre, sal y (justamente) Mercurio.

Sí, la fuga de Atalanta, el agua de Mercurio. No podía ser de otra manera.

Volteó. Miró sus estanterías: Fludd, Robert: Philosophia Sacra, Monochordum Mundi, Dee, John: La Mónada jeroglífica; Andrese, Valentín: Fama Fraternitatis, Confessio Fraternitatis, todos ellos iluminados de la Rosa - Cruz.

A todos los doctos de Europa...

Se sintió mal. Un metal tajante que se introducía salvaje en su espalda. Estaba seguro de percibir un desangramiento. El mercurio se le escapaba en una delirante y envanecida ilusión. La glándula pineal. Por primera vez le parecía activa.

Una gota roja empapó levemente el pergamino, manchándolo.

Un desconocido ímpetu lo avivó entonces. Se desprendió riendo en un baile frenético. ¡Que locura! Deliciosa locura...

La Danza macabra, el poder medieval de la sangre. El suelo se tornaba rojo, el éxito glorioso. A su alrededor no veía nada, nada...

--¿ Cómo está? - preguntó Kritus.

--Grave, muy grave - dijo el médico -. Fueron dieciséis puñaladas las que se otorgó. Esta ha sido la peor crisis de todas. Te aconsejo que le quemes esos libros dementes suyos, va a sufrir, pero a la larga va a ser lo mejor. No deseamos que se siga creyendo un anticuario renacentista. Sobre todo, no lo dejes solo ni un instante, ya ves lo que tiende a suceder. Temo que la próxima vez sea la última...

Ahora era Pitágoras y estaba en... un momento, ¿la última?

Este artículo tiene © del autor.

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1 Mensaje

  • > LA FUGA DE ATALANTA 29 de agosto de 2003 16:51

    Tiene los ingredientes necesarios para captar la atencion y mantener en suspenso al que lee, me encantó. Un abrazo de luz de Aminta

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