Su actitud recalcitrante y obstinada, venía condicionada por su renitencia y noluntad, a deshacerse de aquellas feraces heredades, próximas a Aix en Provence. Su nolición, era firme e inquebrantable, pues no en vano, en aquellas campas habían transcurrido los momentos más maravillosos de su vida.
Pierre en su encerrada soledad, mientras raciocinaba entre los cogujones, no dejaba de pensar en cada uno de aquellos instantes, con retrospectiva nostalgia.
Reconstruía con súbita y vivaz (...)