Hoy “Atenas ya no existe. En su lugar/ hay otra ciudad que lleva el mismo nombre/ pero ya no es la misma”, escribe Juan Vicente Piqueras, aunque aquel viejo hechizo persiste en mi memoria. Hoy Atenas es un polvorÃn, un campo de batalla en el que sus maltratados habitantes luchan con fuerzas desiguales contra esos fantasmales e inmisericordes ejércitos encabezados por los ministros de economÃa de la Unión Europea.