Aceptémoslo. El español es un idioma dramático. Si las palabras fueran a color, tendrÃamos tonalidades de sobra para nombrar las tantas gradaciones y matices de las muchas formas de expresar lo que se siente cuando se quiere, cuando se ama, cuando se adora al ser humano culpable de nuestro mariposeo estomacal.
En español, sabemos bien, que decir te adoro no es lo mismo que decir te quiero, que amar es un asunto más serio -quizás incluso- más visceral, de mayor compromiso que el (...)