¡Ya! Sin demora y sin que nadie se entere, temblando de deseo; y si algo falla que no acarree problemas mayores. Si acaso, valiéndose del auxilio impúdico, que se recurra a la connivencia con la jerarquÃa más allá de la amistad y el deber. Nada ha de faltar en el momento del cálculo deshonesto. Ni la eficacia de la amenaza disuasoria ni la sagaz acometida al cajón en el momento oportuno. Asà es como se debe robar a los pobres: bien sea a partir de leyes confusas o, manejando (...)