“¡No veo nada, no me diga que me fÃe de la intuición, porque no veo nada!”. Lo exclamaba un hombre ciego. Alguien que perdió su visión tras sufrir un par de infartos y que replicaba a la neurocientÃfica Beatrice de Gelder la recomendación de dejarse llevar por su inconsciente. Tenaz, de Gelder se salió con la suya e hizo caminar a ese hombre invidente a lo largo de un pasillo repleto de obstáculos: sillas, cajas, papeleras… Los sorteó todos, no tropezó con (...)