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A propósito del artículo/texto:

En memoria de Milagros Díez-Quijada

El Viernes 15 junio 2018 por Diego Fernández Magdaleno

Cada edificio tiene un olor que le es propio, un olor al que se impregnan los recuerdos. Ayer, al subir por las escaleras a la casa de Milagros, olía a Bach intensamente.
Al cruzarse conmigo, cualquier persona vería a un hombre con el pelo ya encanecido, pero sólo Milagros podría encontrarse con un chico en pantalón corto lleno de partituras y de amor por la música. Así la conocí, en su casa: era la esposa de Miguel Frechilla; después, la madre de Ana, José Miguel, Cristina y (...)




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