Cada edificio tiene un olor que le es propio, un olor al que se impregnan los recuerdos. Ayer, al subir por las escaleras a la casa de Milagros, olÃa a Bach intensamente.
Al cruzarse conmigo, cualquier persona verÃa a un hombre con el pelo ya encanecido, pero sólo Milagros podrÃa encontrarse con un chico en pantalón corto lleno de partituras y de amor por la música. Asà la conocÃ, en su casa: era la esposa de Miguel Frechilla; después, la madre de Ana, José Miguel, Cristina y (...)