Para Alvenix, Adonis de sangre. La desnudez tendida se revuelca. Mi piel te roza y tus manos buscan el dialogo. Exploro tu geografía con mi lengua ávida me detengo en tu rosa exuberante húmeda al tacto lista para el venablo de mi lengua. Qué maravilla la escultura de tu cuerpo David de carne y sangre Nunca de piedra. René Dayre