Entró en la habitación un hombre con cara de pocos amigos... A medida que se fue acercando al escritorio, su expresión se fue transformando. - Buenas, Dr. Ranel - dijo mientras se frotaba las manos sudorosas y examinaba el pequeño cartel con el nombre del doctor que colgaba de la puerta del closet. El de la bata blanca le hizo un ademán de saludo, mientras se acomodaba los espejuelos, que insistían en resbalar por su nariz. Tomó el recetario, la estilográfica y le (...)