PALERMO, LA CIUDAD DE LOS SENTIDOS
La fragancia salobre penetraba con intensidad, alabeando y serpenteando, por los intrincados recovecos de aquellas laberínticas y estrechas calles, cercanas al viejo puerto Palermitano. La brisa aventaba cariciosamente las albares sábanas, que colgaban de los improvisados tenderetes, dispuestos sobre las nigérrimas y enrejadas balconadas. En su azaroso y ondeante vaivén, estos níveos y agáricos lienzos, describían un ondulado desplazamiento, que (...)