Al fondo del establecimiento en la zona interior situada a la izquierda de la puerta de entrada, surgía casi de forma inesperada, una bellísima escalera de trazo recto y declinado, que contaba con catorce peldaños. Todos ellos eran de madera albúmina de pino, y estaban desgastados en su parte central, por el inexorable trasiego de los cientos de lectores, que subían y bajaban por ella con asiduidad. Todos y cada uno de aquellos peldaños tenían en su mitad el barniz gríseo y (...)