Al buen humor de Hugo Mataloni...
Ahora, hay senos ignófugos flotando en mi mente.
Provocan detrás de la seda. Rugen. Claman, mientras se mecen aturdidores. Y no tengo ni mamadera ni chupete para calmar la ansiedad que me provocan.
¿Soy un niño alterado? ¿Por qué se me han confiado conductas inverosímiles? Debo callarlas. Debo crecer. Madurar. Con un certero disparo de semen mato al maldito ratón que merodea mis testículos...
No obstante, el oficio de escritor me (...)