Tras un opíparo almuerzo, aquel céntrico café, se presentaba como una agradable y relajada pausa de sobremesa. La dorada y cálida tarde primaveral, se veía turbada inopinadamente, por rachas de fresco viento montaraz. Así, al acceder al establecimiento comercial, sorprendía su decoración exornada en estilo rustico y colonial, hasta el punto de que uno de los acompañantes bromeó, exclamando que se sentía más cuartago que bípedo. En su interior, los aires de vanguardia y modernidad (...)