Aquella humilde librería de barrio, ubicada en los bajos de un desusado pasaje comercial, escondía un increíble y asombroso secreto. Los niños acudían allí acompañados de sus padres, con la finalidad de elegir libros, que sobre todo, contuvieran coloristas y bellas ilustraciones, e historias con personajes de su candoroso ámbito infantil. Todo estaba aparentemente bien catalogado y clasificado para el exiguo espacio de que disponía el local, aunque paradójicamente existía un sereno (...)