Mi jefe lo anunció dejando que sus palabras punzaran mis oídos:
- Es una misión hecha a tu medida.
Con dos ojos negros como carbones examinaba mi cara mientras sus palabras se agarraban al aire igual que sanguijuelas a la piel de un enfermo.
Animado por mi silencio, continuó desgranando lindezas:
- Esos dos camiones transportan mercancías muy distintas. El agente de la aduana de Irún confundió los papeles de modo que cada conductor lleva los documentos de carga del otro. (...)