No tenÃa el color de las hojas de otoño en la mirada, Sus ojos, tras las gafas, Eran grises y comunes. Su sonrisa mostraba algunas caries, Le faltaban cabellos aquÃ, o allá. En sus manos habÃa callos, En su estómago poca musculatura. Usaba zapatos ortopédicos Y al hablar, de puro tÃmido, Trastabillaba. Nunca pudo escribirle un poema coherente. Se pinchó y sangró al tomar aquella rosa. Ni siquiera era buen cocinero, O buen bailarÃn. Al cantar, desafinaba. Sólo sabÃa (...)